Por: Panorama Digital
Fecha de publicación: 10/09/06
“Estamos enfrentando al poder más grande que hay en el planeta con una gran capacidad de presión, de chantaje”, afirmó Chávez al referirse al Gobierno de Bush.
“La Alternativa Bolivariana que tiene ya una serie de caminos Petrocaribe, Petrosur, Petroandina, algunas propuestas ya está en marcha”, aseguró el Jefe de Estado.
El Mandatario nacional inició el pasado miércoles su campaña en el estado Zulia, con miras a las elecciones presidenciales del tres de diciembre.
Anunció importantes obras de inversión para Maracaibo y la región, entre las más importantes la construcción de viviendas en los sectores desposeídos.
—¿Cuáles son los riesgos que corre la revolución?
—La mayor amenaza está por dentro, hay una contrarrevolución permanente, burocrática. Soy un enemigo a diario, con un látigo me la paso porque por todos lados me azota el enemigo de una burocracia vieja y una nueva que se resiste a los cambios, tanto, que uno tienen que estar pendiente de cuando se dé una instrucción y hacerle un seguimiento para que no sea detenida o desviada o minimizada por esa contrarrevolución buracrática que está en el Estado, Èse sería uno de los elementos de la nueva fase que viene de la transformación del Estado.
El Estado se transformó a un nivel macro, pero los niveles micro se mantienen intactos, habrá que pensar ahora mismo en un nuevo paquete de leyes, transformación del marco político y jurídico hasta los niveles más micro del Estado para vencer esa resistencia.
Hermana de la contrarrevolución burocrática es la contrarrevolución de la corrupción, ésa es otra amenaza terrible, porque por donde menos se espera aparece.
Es como un virus que está en los genes del cuerpo nacional, es como un demonio al que hay que hacerle un exorcismo. Por esa razón, hemos colocado, en primer lugar de los ejes estratégicos que proponemos la moral socialista, la moral cristiana, de los valores humanos, los valores de la sociedad.
La otra amenaza, es externa, sigue siendo el magnicidio, estoy obligado a cuidar mi vida, no sólo por mí, sino por la estabilidad del país, veamos lo que pasó en Colombia cuando mataron a Gaitán, la guerrilla colombiana nació como consecuencia de la muerte de Gaitán. Ésa es otra amenaza.
Aquí un golpe de Estado, uno no pudiera desechar que haya una manifestación de un grupo de militares descontentos o comprados, como los que dejaron ir a Ortega, por ejemplo, eso evidencia la corrupción, la falta de valores, es parte del enemigo interno, ahora bien ocurre que estamos siempre atentos, más allá de eso, amenaza alguna de golpe de Estado que rompa los cimientos de la República, no existe.
Hoy, la Fuerza Armada, empezando por el Ejército, está firmemente al lado de este proceso, al lado de la revolución.
La estructura militar de Venezuela está transformada de buena manera, y muy sólida, muy unida, además está el pueblo, Lo que pasó el 11 de abril.
Aquí un golpe de Estado que derroque a este Gobierno es imposible.
Un plan de desestabilización, como desde el Zulia se ha intentado con la división del estado, la desestabilización paramilitar con sicarios, violencia, no tendría fuerza para incendiar la pradera. La invasión de los Estados Unidos no hay que descartarla nunca, aunque creo que el imperio norteamericano está un poco complicado, como para venir a meterse en camisa de 11 varas.
—¿Una deslegitimación electoral, un intento de retirada y el dejarlo solo en el escenario comicial de diciembre le preocupa?
—Sí, claro que preocupa.
Yo estoy pre ocupado trabajando para impedir que ese plan, si lo activan, nos haga daño.
El mundo ya conoce cómo se comporta la oposición. Como dijo alguna vez Galeano (Eduardo), luego de observar aquí el referendo del 2004, en Venezuela se trata de una oposición “democrática” que, apoya golpes de Estado y no reconoce resultados electorales.
Ahora, ellos tienen un handicap, que sus métodos son conocidos por el mundo.
Han querido manipular mis reflexiones sobre los 10 millones de votos, sé que es imposible, matemáticamente, llegar a esa cifra, aun cuando, desde el punto de vista de la meta moral, popular hacia allá es que vamos.
Venimos de 3,5 millones de votos en el 98; 3,8 millones en el 2000 y llegamos a seis millones de votos en el 2004, vamos hacia diez millones. Ahora, la gente tomó eso como consigna y se hizo pública. De que lleguemos a 10, nueve, 8,5 millones de votos, lo cierto es que tenemos que ganar con amplia diferencia, si ellos se retiran y llaman a no votar, y no votan cuatro millones, vamos a suponer que conserven sus cuatro millones de votos del 2004, del referendo, nosotros tenemos que sacar siete u ocho millones de votos para demostrar nuestra fuerza y neutralizar el plan de desestabilización por la deslegitimación.
—¿Cuál sería la cifra mínima de votos con la que usted quedaría satisfecho?
—Proyectaría unos ocho millones.
—¿Usted cree que Rosales llegará al final?
—No sé si ellos llegarán al final, se trata de gente que no tiene palabra, ya el año pasado se sabe lo que pasó en el Zulia. No se les puede creer nada, diría que hay un 50% de probabilidad que se mantengan hasta el final.
La gran tragedia de la oposición, como dice José Saramago en su libro La intermitencia de la muerte, es que se siguen viendo los viejos carcamanes que no quieren morir, ya deberían estar muertos como partidos, porque no tienen nada qué decir. Lo peor es que los nuevos políticos de la oposición se dejaron absorber por los viejos carcamanes.
—¿Usted avala la tesis de una relegitimación de la Asamblea Nacional?
—No he analizado ese tema a fondo, pero, en este momento, sin haberlo discutido, vi que algunos integrantes de los partidos aliados lanzaron esa idea, incluso lo plantearon para diciembre, como para motivar a la oposición, y yo me mostré contrario a esa idea, cuando me lo plantearon.
Habría que pensarlo, lo de la relegitimación, pero tendría que haber una razón muy de peso para que una Asamblea que es legítima, que fue elegida por el pueblo, fuese a elecciones de nuevo.
Más bien, estaría a favor de modificar la Constitución para que hagamos las elecciones en un sólo día, Presidente, gobernadores, alcaldes, diputados y salgamos de eso evitando que en Venezuela haya elecciones todos los años.
—¿Cuáles deberían ser los ejes centrales de esa reforma constitucional?
—La Constituyente del 99 estuvo infiltrada por algunos intereses contrarrevolucionarios, recordemos el caso de Luis Miquilena, Alfredo Peña, quien, por ejemplo fue quien dirigió la comisión económica. Por esos días tuve que oponerme firmemente a muchos artículos que pretendían dejar las cosas como estaban, incluso, después me enteré que personas como Alejandro Armas, que en paz descanse, estaba representando los intereses de los banqueros.
Habría que revisar al marco económico, hemos tenido logros económicos, pero la redistribución de la renta nacional todavía casi no la hemos impactado. La clase más pobre ha mejorado sus ingresos con el salario mínimo, la salud gratuita, la escuela gratuita, eso sin duda ha sido un alivio, pero, las clases altas se han beneficiado, mucho más.
La brecha entre una élite enriquecida y las clases bajas, en vez de reducirse, se ha ensanchado, eso tenemos que revisarlo. Por ejemplo, los sectores de la banca son los que más dinero han ganado, el crecimiento del primer semestre del 2006 es de 40%, son billones de bolívares de ganancia, eso hay que revisarlo.
En lo político, hay que revisar la democracia revolucionaria, llevar a nivel constitucional el tema del poder para el pueblo, los consejos comunales, la democracia directa y defensa del Estado, la Constituyente del 99 hizo un modelo de Estado pensando todavía que eran perseguidos.
Mucha gente me dijo, durante el golpe de abril, que decretara emergencia, pero para qué, si eso es una emergencia que no es emergencia, no tengo facultad, ni siquiera para intervenir un canal de televisión, una emergencia no le da potestad al Estado para tomar medidas extraordinarias como las que se necesitaban en el 11 de abril, cuando generales uniformados salían en canales de televisión llamando a la rebelión a apoyar el golpe.
Unos españoles que estaban conmigo por los días del golpe y que vieron lo que pasaba por televisión con los generales llamando a desconocer al Jefe de Estado, me decían: ‘Presidente, perdóneme, soy un demócrata, estoy contra la tiranía, pero en España ya ese canal habría salido del aire, usted no puede permitir eso’.
—Su Gobierno exhibe una política integral en salud, educación, pero, ¿qué se hará con el problema de la vivienda?
—Pronto vamos a lanzar una nueva misión, se llamará Villanueva, en honor al gran arquitecto venezolano (Carlos Raúl), por ejemplo en Catia, ya ubicamos un área que está ocupada por grandes galpones que vamos a adquirir, si son del Estado ocuparlos, si son privados expropiarlos.
No queremos pelear con nadie, los vamos a pagar.
Tumbaremos esos galpones y vamos a construir pequeños edificios de cuatro, seis pisos, bajaremos un barrio completo, reconoceremos a los dueños del rancho o la vivienda el costo para que empiecen a pagar la nueva propiedad.
Esa es una parte de la misión Villanueva. La segunda serán las ciudades satélites, como la que haremos en Maracaibo, facilitándoles a sus habitantes el tráfico a través del Metro o del Trolebús.
En este proyecto soy capaz de invertir el excedente de las reservas de este año, que pueden ser hasta 10 mil millones de dólares, claro, éste es un plan a una década, serían dos mil millones de dólares por año.