por Eduardo Galeano
Y el mito y la leyenda son en el fondo metáforas colectivas, o sea, maneras de expresión que la historia encuentra para revelarse a pesar del silencio obligatorio, y a pesar de la obligatoria mentira.
El mito, por citarte un ejemplo, el mito de Túpac Amaru . . . verdad . . . es de una tal hermosura. Cuando matan al primer Tupac Amaru en la plaza del Cusco y lo decapitan, nace el mito de inmediato esa misma tarde nace el mito anónimo, inexplicable, misterioso en la multitud que asiste a la muerte, que asiste llorando a la ejecución, el mito de la cabeza que va a encontrarse con su cuerpo y durante dos siglos la gente sigue creyendo que aquella cabeza se va a encontrar con su cuerpo y se encuentra.
Porque dos siglos después, exactamente dos siglos después se alza un cacique con nombre ya ignorado pero que elige llamarse como un hombre jamás olvidado porque elige llamarse Túpac Amaru.
Túpac Amaru II, el segundo Túpac Amaru o quizás el primero que ha vuelto al mundo tal como estaba anunciado porque su cabeza se ha juntado finalmente con el cuerpo y entonces se convierte en el protagonista de la revolución más formidable que ha tenido lugar en el mundo andino.
En todoslos tiempos, continuamente hay mitos que si usted diría que más que enriquecer la historia la revelan, que la expresan . . . verdad . . . entonces me parece que es muy tonto no hacer caso de esos mitos como si no fueran científicamente posibles.